Nuestros Pastores
El llamado y ministerio de los pastores en la iglesia
Nuestro equipo Pastoral son figuras centrales en el cumplimiento del propósito de Dios para Su Iglesia. Son individuos llamados por Dios a través del Espíritu Santo para guiar, enseñar y nutrir a la congregación.
Los pastores lideran como pastores espirituales y dando ejemplo de fe, santidad y servicio a Cristo. No es estrictamente un papel administrativo o de conferenciante el que tiene un pastor; es un servicio a Dios donde se entrega como siervo para alimentar el rebaño del Señor, según lo que manda la Biblia: «Para pastorear la iglesia de Dios que Él compró con Su propia sangre».
El trabajo pastoral no es una carrera humana, sino también un nombramiento divino. Dios selecciona y capacita a los pastores para poner sobre ellos una pesada carga espiritual en cuanto al bienestar de su pueblo. El apóstol Pablo lo expresaría de esta manera: «Y Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo».
Nuestro Equipo Pastoral: Siervos al Servicio del Reino de Dios
Llamados a conducir la iglesia hacia la madurez, guardándola del error. La labor pastoral implica el estudio cuidadoso de la Palabra de Dios, representando con precisión la verdad divina. Él equipa a los creyentes mediante el ministerio de la predicación y la enseñanza a nivel local, fortaleciendo su confianza y preparación para su vocación como faros en el mundo.
Los pastores oran y brindan cuidado y consuelo espiritual, dirigiendo y estimulando a los miembros a través de diversas pruebas. Los pastores son en sí mismos conjuntos de vidas que los cristianos deben emular, esforzándose siempre por vivir vidas llenas del fruto del Espíritu como el amor, la paciencia, la humildad y la fidelidad.
En su vida personal y familiar, los pastores muestran lo que es vivir bajo el señorío de Cristo, siendo ejemplos a seguir para la congregación. La responsabilidad exige una dedicación continua, ya que el pastor no solo predica el evangelio.