Si te encuentras en batalla contra tus enemigos y ves caballos, carros y un ejército más numeroso que el tuyo, no temas, ya que Jehová tu Dios está contigo y te sacó de Egipto.
Cuando os aproximéis al combate, el sacerdote se levantará y dirigirá al pueblo, diciendo:
Escucha, Israel, hoy os enfrentáis a vuestros enemigos; no se debiliten, no teman, no se alarmen, ni se desanimen ante ellos; porque Jehová
está con vosotros para luchar en vuestro favor contra vuestros enemigos y salvaros. Y los oficiales se dirigirán al pueblo y preguntarán: ¿Quién ha construido una nueva casa y no la ha estrenado?
Diríjase de regreso a su casa, no vaya a ser que fallezca en la guerra y otro tome posesión de ella. ¿Y quién ha sembrado uvas y no ha cosechado? Vete a casa y regresa, podría morir en la batalla y otro se beneficie de ello. ¿Y quién ha contraído matrimonio con una mujer sin haberla tomado como esposa?
Regrese a su hogar y no arriesgue su vida en combate, de lo contrario puede ser reemplazado por otra persona. Los oficiales regresarán para hablar nuevamente con la gente y preguntarán: ¿Cuál es la persona cobarde y miedosa? Vete y regresa a tu hogar, no desalientes a tus hermanos de la manera en que te sentirías desalentado. Deuteronomio 20:1-8.
Resulta interesante que el apóstol Pablo se refiera a la batalla cristiana como «la buena batalla» (2 Timoteo 4:7), ya que hay batallas que no son buenas, pero esta en particular lo es. La recomendación es para Timoteo que estaba relajando su vigilancia y estaba en peligro de rendirse, de perderla, el cansancio y la fatiga habían causado en Timoteo cierto declive y aquí se le anima a que luche la buena batalla.